miércoles, 12 de noviembre de 2008

AHORA, LA ECONOMÍA REAL

No soy economista pero me vanaglorio de tener, no dos, sino tres dedos de frente aunque, claro, puedo haber medido mal.
Y como persona que intenta utilizar lo que hay tras esa prominencia frontal me sorprenden declaraciones de nuestro ministro de economía, Pedro Solbes, gran economista y mejor persona. Este señor, viene a decir que ahora que ha pasado (ya veremos) el terremoto financiero es hora de abordar la economía real.

Lo que no puedo entender, por más que lo intento, y como ya expresé en la entrada Crisis de Confianza, es porque se deja en segundo plano la economía REAL y se atacan antes los problemas de la economía imaginaria (y cuando digo imaginaria no se imaginan ustedes hasta qué punto estoy acertando con la palabra).
Amplío. No entiendo como se pretende arreglar una economía basada casi enteramente en el consumo desmedido de cosas inútiles y caras (y cuanto más inútiles, más caras) inyectando liquidez a los bancos. Como ya dije, me parece empezar la casa por el tejado, ya que siempre pensé que la misión de los bancos venía a ser dar préstamos. Nunca pensé que vivieran de tener liquidez.
El resultado ha sido, como era de esperar, que tenemos, por un lado, a los bancos, que son felices y tienen liquidez para dar préstamos, y, por el otro, a los consumidores indicando tácitamente a los bancos que se metan sus préstamos por el culo.

La cosa podría ser peor. Y, desafortunadamente lo será. Ya hay gente por ahí, en Wall Street, por ejemplo, que empieza a darse cuenta de que el problema de esta economía consumista está en que la gente no consume. Tiene pelotas que hayan tardado tanto, pero lo importante es que lo han hecho.
¿Y cómo se va a abordar el problema de consumo? Bueno. Es fácil. Ofreciendo a las empresas créditos blandos y obligando a los bancos a prestarles dinero de modo que estas empresas puedan tener liquidez para continuar funcionando.
¡Grandiosa solución! Es curioso. Nunca pensé que la función de las empresas fuera tener liquidez. Más bien tenía la impresión de que se dedicaban a construir o generar bienes o servicios para que los consumidores los comprasen. ¿El futuro? Bueno, en breve veremos, por un lado, a empresas muy felices con su liquidez y, por otro, a una horda de consumidores indicándoles tácitamente a las empresas que se metan sus bienes o servicios por el culo. Lo siento por los fabricantes de automóviles.

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