No sé si has visto la película "Sliding doors", en español, "Dos vidas en un instante", protagonizada por Gwyneth Paltrow. Cuando la vi me resultó bastante curiosa. Narra las dos vidas posibles de una misma persona bifurcadas por un hecho insignificante y cuasi-fortuito como llegar o no a coger el metro en un determinado momento.
No es un peliculón, pero puede resultar interesante percatarte de como tu vida puede variar infinitamente por un acto insignificante, incluso involuntario.
Lo más curioso es que, reflexionando un poco más, llegas a la conclusión de que un pequeño acto, voluntario o no, una ínfima confusión, un despiste o un microscópico error puede cambiar, no sólo tu vida, sino también la de todos los demás. Incluso la misma historia.
Por ejemplo, muy poca gente sabe que la Primera Guerra Mundial se inició por el error de un chofer. Sí, sí. No por las tensiones anglo-franco-germanas ni por el deseo austro-hungaro-ruso por incrementar su influencia en los balcanes, sino por un estúpido error del chofer del archiduque Austria, Francisco Fernando. En realidad, La Mano Negra, había desistido ya aquel día de de asesinar al archiduque y había disuelto a sus jóvenes asesinos ocultos entre la multitud cuando el chofer de Francisco Fernando se equivocó de calle y giró en una donde se encontraba Gavrilio Princip, uno de esos jóvenes asesinos comprando algo de comer. Para más inri, el mencionado chofer decidió no seguir recto, con lo que no hubiera pasado nada. Muy al contrario, detuvo el coche para dar marcha atrás. Y ¡zas! disparo y Primera Guerra Mundial.
Otro caso de casualidad histórica tuvo lugar en la isla de Chichi Jima (no me he inventado el nombre), durante la Segunda Guerra Mundial. Mucha gente piensa que la culpa del cambio climático, de la guerra de Iraq, de las tensiones en oriente medio, de la prisión de Guantánamo y de muchas otras salvajadas la tiene George Bush Junior. Lo que no se sabe, normalmente, es que en aquella isla, el 2 de septiembre de 1944, un japonés, anónimo para bien de su familia, no acertó del todo al apuntar y, aunque el avión americano fue tocado y cayó al agua su joven piloto de 20 años pudo salvarse. Su nombre era George Bush (padre). No es difícil adivinar que algunas cosas estarían mejor si hubiese apuntado un poco mejor. O tal vez no.
Así que ten mucho cuidadito con lo que haces porque puedes ser el causante de una catástrofe.
Lo más curioso es que, reflexionando un poco más, llegas a la conclusión de que un pequeño acto, voluntario o no, una ínfima confusión, un despiste o un microscópico error puede cambiar, no sólo tu vida, sino también la de todos los demás. Incluso la misma historia.
Por ejemplo, muy poca gente sabe que la Primera Guerra Mundial se inició por el error de un chofer. Sí, sí. No por las tensiones anglo-franco-germanas ni por el deseo austro-hungaro-ruso por incrementar su influencia en los balcanes, sino por un estúpido error del chofer del archiduque Austria, Francisco Fernando. En realidad, La Mano Negra, había desistido ya aquel día de de asesinar al archiduque y había disuelto a sus jóvenes asesinos ocultos entre la multitud cuando el chofer de Francisco Fernando se equivocó de calle y giró en una donde se encontraba Gavrilio Princip, uno de esos jóvenes asesinos comprando algo de comer. Para más inri, el mencionado chofer decidió no seguir recto, con lo que no hubiera pasado nada. Muy al contrario, detuvo el coche para dar marcha atrás. Y ¡zas! disparo y Primera Guerra Mundial.
Otro caso de casualidad histórica tuvo lugar en la isla de Chichi Jima (no me he inventado el nombre), durante la Segunda Guerra Mundial. Mucha gente piensa que la culpa del cambio climático, de la guerra de Iraq, de las tensiones en oriente medio, de la prisión de Guantánamo y de muchas otras salvajadas la tiene George Bush Junior. Lo que no se sabe, normalmente, es que en aquella isla, el 2 de septiembre de 1944, un japonés, anónimo para bien de su familia, no acertó del todo al apuntar y, aunque el avión americano fue tocado y cayó al agua su joven piloto de 20 años pudo salvarse. Su nombre era George Bush (padre). No es difícil adivinar que algunas cosas estarían mejor si hubiese apuntado un poco mejor. O tal vez no.
Así que ten mucho cuidadito con lo que haces porque puedes ser el causante de una catástrofe.
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