Siempre he pensado que es necesario, en este mundo materialista en el que vivimos, hacer un esfuerzo por distinguir entre lo que cuesta una cosa y lo que vale una cosa.
Parece ser que hay un estudio de la Universidad de Standford que me da la razón, o no.
En este estudio se ofreció a un grupo de 20 personas catar una serie de 5 vinos de distintos precios, 5$, 10$, 35$, 45$ y 90$, al tiempo que se les sometía a un escáner cerebral. Cómo era de esperar a todos los participantes les gustó más el vino de 90$ y según el escáner todos sintieron mayor placer al degustarlo. El problema radica en el el vino que costaba 90$ era exactamente el mismo que costaba 10$.
Esto me da la razón en el sentido de que es muy importante evaluar lo que vale una cosa antes de comprarla y comparar ese valor con el coste para saber si merece la pena realizar esa compra.
Pero, por otro lado, este estudio me plantea un pensamiento paradójico. El problema surge porque el valor que otorgamos a cualquier cosa es subjetivo y depende, en la mayoría de los casos del placer que nos va a proporcionar tenerla y/o utilizarla. Entonces, si beber un vino de 90$ proporciona más placer que beber uno de 10$, ¿no vale el vino que cuesta 90$ más que el que cuesta 10$? Supongo que depende de si el vino de 90$ proporciona al menos 9 veces más placer que el vino de 10$.
En mi caso, creo, no se puede aplicar esta paradoja porque, personalmente siento mucho más placer al beberme un buen vino si sé que he pagado 10€ por él en lugar de 90€.
Sin embargo, la pregunta se mantiene. ¿Tienen los productos un valor intrínseco o depende del placer subjetivo que nos proporcionan? ¿Y si ese placer subjetivo viene dado por el precio del producto?
Si tienes algo que comentar, comenta.
Parece ser que hay un estudio de la Universidad de Standford que me da la razón, o no.
En este estudio se ofreció a un grupo de 20 personas catar una serie de 5 vinos de distintos precios, 5$, 10$, 35$, 45$ y 90$, al tiempo que se les sometía a un escáner cerebral. Cómo era de esperar a todos los participantes les gustó más el vino de 90$ y según el escáner todos sintieron mayor placer al degustarlo. El problema radica en el el vino que costaba 90$ era exactamente el mismo que costaba 10$.
Esto me da la razón en el sentido de que es muy importante evaluar lo que vale una cosa antes de comprarla y comparar ese valor con el coste para saber si merece la pena realizar esa compra.
Pero, por otro lado, este estudio me plantea un pensamiento paradójico. El problema surge porque el valor que otorgamos a cualquier cosa es subjetivo y depende, en la mayoría de los casos del placer que nos va a proporcionar tenerla y/o utilizarla. Entonces, si beber un vino de 90$ proporciona más placer que beber uno de 10$, ¿no vale el vino que cuesta 90$ más que el que cuesta 10$? Supongo que depende de si el vino de 90$ proporciona al menos 9 veces más placer que el vino de 10$.
En mi caso, creo, no se puede aplicar esta paradoja porque, personalmente siento mucho más placer al beberme un buen vino si sé que he pagado 10€ por él en lugar de 90€.
Sin embargo, la pregunta se mantiene. ¿Tienen los productos un valor intrínseco o depende del placer subjetivo que nos proporcionan? ¿Y si ese placer subjetivo viene dado por el precio del producto?
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1 comentario:
oye viejo eso del placer que te dio el comprar el de 10€ y no el de 90€ eso fue estupendo.estubo poca madre lo de la polla,y respecto a lo del producto,nopor mas caro significa que sea el mejor.......
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