martes, 10 de junio de 2008

LA REGLA RIDÍCULA

No me canso de escuchar las declaraciones de Lewis Hamilton. Son un soplo de aire fresco que invade, con inusual sabiduría, nuestros oídos.

"La regla es ridícula. ¿Cómo pueden poner un semáforo en rojo al final del pit-lane?" Ay, Hamiltoncito, Hamiltoncito. No lo han puesto. Ya estaba allí. En eso consisten las reglas. En establecer, anticipadamente, unos patrones de comportamiento que eviten desastres. Por ejemplo, poner un semáforo en ROJO, al final de la calle de boxes para evitar que un piloto se estrelle contra sus compañeros al salir (lo sé, no siempre funciona), o poner un coche de SEGURIDAD para evitar accidentes cuando las condiciones de carrera no son buenas (lo sé, no siempre funciona), o como establecer un límite de velocidad en las calles de una ciudad para evitar que un nuevos rico se estampe contra un parque infantil con un Porsche (lo sé, no siempre funciona y de casta le viene al galgo).


Independientemente de que las reglas, cuando afectan a Hamilton, sean ridículas, el caso es que estaban ahí antes que él, al igual que el semáforo en ROJO que, por cierto, a otros no les pareció tan ridículo y decidieron respetar.

Aunque estas perlas de sabiduría que nos ayudan a entender cuando las reglas son buenas o malas debemos, sin embargo, reconocer que Hamilton tiene, a veces, dificultades a la hora de manejar el número en al conjugación de los verbos. La siguiente reacción de Hamilton fue: "La verdad es que arruinamos todo el trabajo del fin de semana, pero, con el coche que tenemos, ahora mismo no hay quien pueda pararnos". ¿Arruinamos? Ay, Hamiltoncito, Hamiltoncito. Arruinamos, no. ARRUINASTE. Y lamentablemente, no sólo el tuyo sino también el de los pilotos que no pensaron que la regla era ridícula. Eso sí, cierto es que no hay quien pueda pararos. Tal vez hay un qué, como un poco de grava en la entrada de boxes, o un botoncito mal colocado, o alguna regla ridícula o, en ultimo caso, un Ferrari, pero un quien seguro que no.

A veces me pregunto si no me cebo demasiado con Hamilton. Al fin y al cabo a Rosberg le pasó exactamente lo mismo. Quizás es porque Rosberg una concepción de la responsabilidad distinta: "Pienso que merezco la sanción, lo mismo que Hamilton. Él no se detuvo ante una luz roja, como tampoco lo hice yo, así que cometimos la misma falta. Vi el semáforo demasiado tarde, tuve un error y es lógico que me sancionen".

Si tienes algo que comentar, comenta.

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3 comentarios:

Jorge Izquierdo dijo...

Je, je, yo también creo qeu te cebas demasiado con Hamilton, a mi también me cae fatal el tío, pero cuando has escrito lo de las conjugaciones verbales me ha recordado a las declaraciones de Alonso, revisa si habló en plural o en singular cuando se tragó a Heinfield en Mónaco por intentar adelantar en un sitio donde ni una moto puede pasar.

O como se apresuró a criticar el error de estrategia del equipo (plural a pesar del singular ;-)) antes de "reconocer" su "error" (obviamente porque había que arriesgar y estaba fuera de los puntos, pfffffffff) en Montreal al salirse por cambiar la trazada para intentar adelantar a Heinfield again (debe tener pesadillas con el culo del coche del BMW este ;-))

Saludetes

Rocky dijo...

Heifield, Jorge. Se dice Heifield. Y deja de cambiar de tema, que estamos hablando de Hamilton ;-)

Juan Carlos dijo...

Heidfeld, se dice Heidfeld...
Hamilton necesita una pequeña cura de humildad... Es lo que tienen los niños malcriados, y éste empieza a ser repelente.

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